Cómo Crear Hábitos que Perduran - Parte 1
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Cómo Crear Hábitos que Perduran - Parte 1

“Coach, yo como saludable, voy al gimnasio, salgo a correr, duermo bien…pero aún así no logro ver los resultados que quiero.”


Si tuviera un dólar por cada vez que escucho algo así creo que me hubiese retirado temprano 😂.


Podemos digerir esto en varias partes, pero quiero comenzar por el principio.


Te voy a contar una historia de ficción:


Supongamos que estás leyendo esto y nunca has hecho ejercicio de forma intencional (la caminada en el centro comercial no cuenta 😉), pero, se te están acumulando los años y tu salud como que va en deterioro cada año un poco más. Visitaste recientemente a tu médico y te dijo que tus niveles de colesterol están casi al límite y que deberías hacer ejercicio a diario y mejorar tu alimentación.



Luego, con esas noticias no tan alentadoras te vas a tu casa, te pesas y te decepciona ese numerito en la balanza. Te ves al espejo y te preguntas, “¿Cómo llegué hasta aquí?”


Después de algunos minutos de sentirte fatal, decides ser positiva y buscas en internet: cómo bajar de peso rápido. Te encuentras con más de 10 páginas de resultados, unos con pastillas milagrosas, otros con dietas que parecen casi imposibles, y otras con programas de ejercicio en los que tienes que hacer 25 pasos para perder 10 libras.


Cierras la página y recuerdas que cuando eras adolescente corrías todas las tardes y así te mantenías en forma. Entonces decides volver a correr.



Compras zapatos deportivos, la ropa y hasta el reloj para medir la distancia y las calorías. Llega la tarde y sales dispuesta a correr los 5 kilómetros que hacías hace 20 años…pero a los 5 minutos te preguntas cuánto más tendrás que aguantar esta tortura. No llegaste pero ni al primer kilómetro cuando ya estabas exhausta.


Te regresas a la casa y dices…esto no es lo mío.


Casualmente le cuentas a una amiga que ves al día siguiente lo de tu horrorífica experiencia corriendo y ella te invita a que te unas a su gimnasio a su clase de aeróbicos, prometiéndote que el entrenador es justo lo que necesitas y que el ha hecho que casi todas sus alumnas bajen de peso en un abrir y cerrar de ojos.



Decides unirte y pagas la membresía, y la mensualidad y llegas a la primera clase dispuesta a hacer ejercicio por dos horas.


Aguantas las casi dos horas y luego llegas a tu casa desmayada, sin aire. Al día siguiente no puedes ni levantarte porque te duele hasta el último pelito se la cabeza que nunca creció después de tu bebé.


Cuando te llama tu amiga para confirmar si irás nuevamente a la clase le dices que no, que eso no es lo tuyo.


Tras dos intentos fallidos por incorporar el ejercicio a tu vida decides que mejor probarás solo con dieta. De todas formas, has escuchado que la dieta es el 70-80% y el resto es ejercicio.


Entonces vuelves a internet y buscas en redes sociales a la influencer aquella con el cuerpo divino y te dedicas a buscar sus publicaciones de “lo que como en un día”, llevas lápiz y papel y comienzas a copiar exactamente lo que come.



Nunca habías escuchado de cosas como spirulina, y levadura nutricional, no tampoco te gustan las almendras mucho menos su “leche” pero si ella se ve así seguramente es porque como TODO eso, ¿no?


Vas al supermercado y te gastas el triple de lo que gastarías en una compra quincenal regular. Pero te convences que vale la pena y que esta si será la vez del cambio.


En el pasillo te encuentras a tu otra amiga que si es fit y le comentas sobre tu decisión. Ella te sugiere que compres proteína en polvo, y colágeno y unos BCAA que le han resultado de maravilla. No tienes ni idea de qué es eso pero tu amiga es fit, y si a ella le ha funcionado, porqué no te va a funcionar a ti, ¿verdad?


Otra vez, te metes a internet pero esta vez para ordenar todos esos suplementos, y supones que entre más caros, mejores. Te convences nuevamente que esta es una inversión en tu mejor versión.


Ya en casa, comienzas a preparar tus comidas tal cual como lo ha indicado la influencer en sus historias de Instagram…pero, ¿solo esto come esta mujer? te preguntas…



Al parecer, para tener un abdomen de acero y brazos definidos hay que cenarse 3 cuadritos de papa, 1/2 pechuga de pollo y un bol lleno de lechuga y pepino.


Tres horas después de la cena, el estómago te hace saber , “Oiga señora, ¿eso era un aperitivo nada mas? ¿Dónde está el resto?” con los rugidos que hace para comunicarse.


Tu mente tampoco te colabora, y comienzas a salivar tan solo en pensar en aquellas galletitas Oreo que quedaron sobrando en la alacena…o si prefieres lo salado, aquellos Doritos que quedó media bolsa llena.


Pero te martillas y te dices hmm no, tengo que aguantarme el hambre. Al menos hasta el fin de semana. Y comienzas a negociar con tu yo interior a que durante la semana te aguantas y el fin de semana disfrutas (o descoces).


Aceleremos todo esto a dos semanas. Lograste aguantarte y el fin de semana no “pecaste tanto”. Pero resulta que esta semana te vas de vacaciones y es a un resort todo incluido en una playa, el cual cuenta con 7 restaurante buffet ilimitado.


Te convences que si has aguantado aquí en casa, bien te aguantas allá en el resort.



Pero el primer día que llegas ves aquel banquete desplegado y el primerito que te ponen enfrente es el de aquellos postres con fresas, y caramelo y chocolate y luego ves el siguiente y que hoy toca noche Italiana y es despliegue de pastas: la carbonara, la alfredo, la napolitana….y bueno. ¿Qué crees?


Como andas con tu familia que no están a dieta, te dicen que una vez al año no hace daño y que disfrutes. Eso te da licencia para comer todo lo que se te antoje y te convences otra vez que el Lunes que regreses “vuelves al redil”.


Y para terminar esta primera parte, llega el Lunes y ves tu bol de lechuga que en nada se parece a la pasta carbonara que te devoraste el fin de semana. Se ve tan triste, aguada y sin sabor…y dices: esto de hacer dieta no es lo mio. Y, la abandonas.


Podría seguir y seguir con esta historia que nada tiene que ver con la realidad (o, ¿si?) pero creo que ya te has identificado (y si esto no se parece en nada a ti entonces ya puedes dejar de leer 😉).


¿Qué crees que falló en toda esta historia?


A. La persona y su falta de disciplina

B. El ejercicio / entrenador

C. La dieta de la influencer


No me lo vas a creer, pero la respuesta es: ninguna. Aquí lo que ha fallado es el deseo de ir de cero a cien en 5 segundos. Es decir, la metodología.


A esta persona le funcionaba correr cuando era adolescente porque seguramente lo hacía a diario, como deporte en el colegio, donde la entrenaban todos los días un poco más.


A la amiga fit le funcionaban todos esos suplementos porque tenía más de 10 años en el gym, levantando pesas y contando macronutrientes. Era su estilo de vida.


A la influencer “le funcionaba” (y lo pongo entre comillas porque pues Instagram vemos, la realidad en casa no sabemos) esa dieta porque era lo que le gustaba comer, lo que podía comprar con su presupuesto y en las porciones que su cuerpo necesitaba (y estoy asumiendo).


Es decir, cuando una persona encuentra algo que le funciona, es porque ha venido probando con muchas otras cosas antes, unas que sí y otras que no. Cuando “dan en el clavo” es porque esa dieta o ese ejercicio o la combinación de ambos, les gustó, se apegaba a sus valores y principios, y les resultaba fácil, casi automático apegarse a el.



Pero, para llegar a ver esos cambios, tuvieron que lentamente ir incorporando cambios pequeños a su vida que sumaron y dieron grandes resultados.






James Clear en su libro Hábitos Atómicos la define esto cómo: los cambios que parecen ser pequeños y sin importancia al principio se convierten en resultados admirables si estás dispuesto a apegarte a ellos por años.


Volviendo a la historia de ficción anterior, esta persona quiso pasar de una vida completamente sedentaria a correr 5 kilómetros en un día, y luego de hacer 2 horas de aeróbicos, para luego comer cosas que jamás había probado, que no disfrutaba en lo absoluto y que dejaron su cuenta de banco casi en cero.


Quería un cambio de noche a día en un segundo.


Antes que te desanimes, sabe que no hay nada de malo en querer un cambio. Y sabe que lo puedes lograr. Que no eres tú el culpable de la falta de resultados sino el método que estás utilizando para lograrlos.


Considera esta imagen (tomada también del libro de James Clear):



Estás frente a una mesa y sobre la mesa hay un cubo de hielo. La habitación está sumamente fría que hasta humito sale de tu boca. La temperatura lee 25 grados F.


Lentamente la habitación comienza a calentarse y la temperatura va subiendo:

26 grados

27 grados

28 grados

El hielo sigue intacto frente a ti.

29 grados

30 grados

31 grados

El hielo aún, intacto.

32 grados…

El hielo comienza a sudar y derretirse.


Le tomó a hielo 6 grados de subida para ver resultados (el resultado esperado en este caso era el de derretirse).


Un cambio tan pequeño como 1 grado multiplicado por seis, hizo que se generara un GRAN cambio.


Los cambios grandes son el resultado de muchas acciones que le preceden, que sumadas, a lo largo de un tiempo, te dan eso que tanto esperas.


Un terremoto no sucede de la noche a la mañana. Es el resultado de varios años de placas tectónicas en fricción que explotan como resultado.


Un hormiguero no se forma en un abrir y cerrar de ojos (aunque si tienes jardín pareciera que si). Les toma a las hormigas varios viajes de caminar y recolectar para poder formar su montañita, un poquito a la vez.


SOLO TOMA EL 1%


Recuerdas que la persona de la historia de ficción quería pasar de cero a cien, ¿verdad?


Bueno, esta chica conoció a un Coach (omitiremos su nombre 😂) que le presentó la idea de realizar cambios del 1%.


“A ver Coach, explíqueme bien eso. ¿Usted me está diciendo que para perder peso yo tengo que correr 0.05kms nada mas?”


El 1% de los 5 kilómetros que ella quería correr es 0.05 kilómetros.


Le dijo, “Si. Si lo que quieres es correr como antes lo hacías, solo tienes que comenzar por el 1% de eso, y ser consistente en ello. ¿Cuántos días querías correr?” - le preguntó la Coach.


“Pues quiero hacerlo 6 dias a la semana.” le dijo ella.


“Y, ¿como te fue cuando lo intentaste por 6 días?” - le preguntó la Coach.


“Ah pues no duré ni uno,” le dijo riéndose de si misma.


“Y si aplicamos el método del 1% a esto también, ¿cuántos días de la semana son esos?” le preguntó la Coach.


“¡No es ni un día!” contestó ella.


La Coach le propuso entonces que se apegara a un día de la semana nada más, a correr 0.05 kilómetros. Pero, se aseguró primero de que la chica estuviera segura y dispuesta de lograr esos dos pequeños cambios.


La chica le indicó que resultaban fáciles y que esa semana comenzaba.


Adelantemos 3 semanas más.


¿Qué creen que sucedió con la chica? ¿Creen que desistió o lo habrá logrado?


En esta historia, la chica sobrepasó su meta. Después de correr 0.05 kilómetros los primeros dos días en dos semanas recordó cuánto le apasionaba correr, y como lo disfrutaba.


El haber quitado la presión y el estrés de correr una distancia larga y pesada, para cumplir la meta de bajar de peso en tiempo record la catapultó a correr 1 kilómetro 4 veces x semana.


El correr ahora significaba su tiempo de relajación, de meditación y le traía a su mente recuerdos bonitos de su colegio y amistades.


No solo comenzó a correr sino que se puso nuevamente en contacto con amigos de su antiguo colegio con quienes corría antes y se unió a un grupo de corredores que entrenaban juntos.


Se hizo de su propio “grupito fit” como dirían en mi país.


Cuando pensamos en cambios, pensamos siempre en forma linear, en subida y a mil por hora. Pero, los cambios raras veces ocurren de esta forma. Tienen altos y bajos, picos y valles.


Cuando te das permiso de pensar en que van a haber momentos en que vas a desmotivarte y no querer seguir pero que ese momento no determina tu resultado, entonces te tomas el cambio con más calma (y tu cuerpo responde fisiológicamente a esa reducción se estrés), te quitas la presión de encima y comienzas a disfrutar de esa metamorfosis que atraviesas.


1% + y 1% -


Si todos los meses decidieras hacer un cambio positivo del 1%, al final de un año serías 37 veces mejor en eso que decidiste cambiar.


Pero, si en un año dejas de ser 1% mejor en algo o de permanecer como estás, lo más probable es que al finalizar los 365 días, estés casi en cero (o que tus niveles de colesterol se dispararon por completo y necesites intervención quirúrgica).


Conclusión


Ya que se acerca el año nuevo, que es cuando usualmente se toman esas decisiones radicales de cambios, quiero hacerte una pregunta:


¿Qué te parece si lo que resta de este año, 31 días, tomas la decisión de hacer algo un 1% mejor encaminado hacia esa meta o resolución del siguiente año?


Cuando llegue Enero, ya habrás avanzado bastante, ¿no crees?


Y si no quieres hacer esto sola o solo, yo conozco una Coach por ahí que predica y vive esto del cambio del 1% que puede ayudarte, y justamente se abre su programa de 12 Hábitos Fitness que incorpora toda esta metodología.


Quédate pendiente para la parte 2.

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